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Conoce el secreto para detener el envejecimiento: Antioxidantes

Conoce el secreto para detener el envejecimiento: Antioxidantes. Las recetas maravillosas y las operaciones estéticas. La clave está en la alimentación, sí, no es broma. Conoce la relación que existe entre los antioxidantes y el proceso de envejecimiento.


Conoce el secreto para detener el envejecimiento: Antioxidantes

La respiración en presencia de oxígeno es esencial en la vida celular de nuestro organismo, pero como consecuencia de la misma se producen radicales libres, que por el fenómeno de la oxidación pueden alterar el ADN (los genes), las proteínas y los lípidos o grasas («oxidación»).Existen determinadas situaciones que aumentan la producción de radicales libres, como el ejercicio físico intenso o el estrés.

[Si quieres saber del tema pero no tienes tiempo, ¡no te preocupes! Escucha el podcast Episodio 009 – Antioxidantes: el secreto para combatir radicales libres y envejecimiento]

La oxidación es una reacción química donde una sustancia cede electrones, y por tanto aumenta su estado de oxidación. La reacción química opuesta a la oxidación se conoce como reducción, es decir cuando una sustancia química acepta electrones. Estas dos reacciones siempre se dan juntas, es decir, cuando una sustancia se oxida, siempre es por la acción de otra que se reduce. La propia vida es un fenómeno redox. El nombre de «oxidación» proviene de que en la mayoría de estas reacciones, la transferencia de electrones se da mediante la adquisición de átomos de oxígeno (cesión de electrones) o viceversa.

Aunque las reacciones de oxidación son cruciales para la vida (de ellas obtenemos energía), también pueden ser perjudiciales cuando se presentan en exceso. El proceso de envejecimiento inicia desde el nacimiento, con la oxidación del cuerpo como consecuencia de la respiración aeróbica. Se acelera por los radicales libres.

Los radicales libres, son átomos que durante los procesos bioquímicos vitales (ejemplo: la respiración) pierden un electrón y para recuperarlo lo roban de otra molécula vecina, provocando reacciones en cadena, y así, literalmente, oxidan a las células.

Biológicamente, un radical libre es el producto de la transformación del oxígeno en agua en la célula, liberándose en consecuencia una molécula de oxígeno sin un electrón.

Los radicales libres son utilizados por los linfocitos como mecanismo de defensa para destruir partículas extrañas que entran en el cuerpo. Sin embargo, estos mismos radicales pueden deteriorar el DNA de las células, provocando mutaciones.

El estrés oxidativo ha sido asociado a la patogénesis de muchas enfermedades humanas (por lo menos 70), es por ello que el uso de antioxidantes en farmacología es estudiado de forma intensiva, particularmente como tratamiento para accidentes cerebrovasculares (embolias o infartos cerebrales) y enfermedades neurodegenerativas (parkinson, Alzheimer, etc).

Entre otros desastres biológicos causan:

El simple proceso de respirar, provoca en nuestro cuerpo, reacciones químicas que tienden a oxidarnos. El ejercicio genera una sobrecarga de radicales libres que puede provocar daño celular y muscular acelerando la fatiga y retrasando la recuperación. La manera de amortiguar el efecto perjudicial, es aumentar, bien por la dieta o en forma de suplementos extras, la presencia de antioxidantes.

Los antioxidantes (también llamados agentes reductores), son compuestos que se encargan de donar un electrón al radical libre, con la finalidad de “estabilizarlo” y de esa manera evitar que pueda dañar a otra molécula en consecuencia. Un antioxidante es pues, una molécula capaz de retardar o prevenir la oxidación de otras moléculas. Dentro de este grupo podemos encontrar varias sustancias, pero las mas conocidas por nosotros, son las vitaminas. Los antioxidantes terminan las reacciones de oxidación quitando intermediarios al radical libre o inhiben otras reacciones de oxidación oxidándose ellos mismos. Los mas conocidos, son las vitaminas y los minerales.

Hay un grupo de vitaminas, minerales, colorantes naturales y otros compuestos de vegetales y enzimas (sustancias propias de nuestro organismo que intervienen en múltiples procesos metabólicos) llamados antioxidantes, que bloquean el efecto dañino de los radicales libres. Para que la salud y el rendimiento físico no se vean afectados debe existir un estrecho balance entre los mecanismos que generan radicales libres y los que los neutralizan. En muchos tejidos las reservas de agentes antioxidantes son limitadas, por ello un aumento en la producción de radicales libres o un debilitamiento de las defensas antioxidantes puede conducir al organismo a padecer estrés oxidativo y daño celular.

Un entrenamiento excesivo o la participación en competencias muy seguidas, pueden ocasionar una reducción del sistema inmunológico. Esto puede deberse a una sobreproducción de radicales libres.

Una de las ventajas de los antioxidantes en el deportista, se refiere a la prevención y recuperación de lesiones. Las sustancias liberadas por el tejido lesionado o por bacterias actúan sobre células de nuestro sistema inmunológico (macrófagos, neutrófilos) que tienen la capacidad de liberar radicales libres cuando se estimulan. Una dosis adecuada de antioxidantes contribuye a la recuperación de los procesos inflamatorios postraumáticos.

Los vegetales concentran diversos compuestos colorantes de los que se conoce su acción antioxidante; los flavonoides, un grupo complejo de sustancias que incluye a los flavonoles, los antocianidoles y las flavonas, colorantes naturales que constituyen el grupo más importante de la familia de los polifenoles, protectores del sistema cardiovascular, activan las enzimas glutation per oxidasa y catalasa, antioxidantes presentes de forma natural en nuestro organismo. El ácido alfa-lipoico es un carotenoide antioxidante, del que se conoce su capacidad de reforzar las funciones antioxidantes de las vitaminas C, E y del enzima glutation per oxidasa.

La mejor forma de incorporar la vitamina C, es a través de frutas y verduras frescas y crudas y cítricos.

La vitamina E (tocoferol): es abundante en el aceite de germen de trigo, el aceite de soja y girasol, así como algunos cereales.

El beta-caroteno o provitamina A, pertenece a la familia de los carotenoides que contienen los vegetales. El organismo es capaz de transformarlo en vitamina A, de ahí su denominación «provitamina «. El beta-caroteno posee conjuntamente las propiedades de la vitamina A y su acción antioxidante. Recientemente se ha reconocido su efecto beneficioso en procesos inflamatorios y los relacionados con el proceso de envejecimiento.

Además de las vitaminas, también encontramos minerales con capacidad antioxidante.

El organismo humano tiene sus propios mecanismos antioxidantes en forma de enzimas como la glutation per oxidasa, la catalasa y la superóxido dismutasa, así como de otras sustancias con esta misma cualidad antioxidante como la coenzima Q-10. La coenzima Q-10 juega un papel muy importante en la generación de energía celular, es un potente estimulante inmunológico, mejora la circulación y es beneficiosa como protectora del sistema cardiovascular.

Un aspecto que merece la pena recordar es que los antioxidantes actúan en cadena; se complementan unos a otros en su misión de neutralizar a los radicales libres. Se necesita la actuación coordinada de varios antioxidantes para que su eficacia sea máxima. Si se quiere proporcionar una protección adecuada hay que planificar una dieta que contenga alimentos que proporcionen las cantidades adecuadas de los antioxidantes principales.

Por otra parte si se quiere administrar un suplemento de antioxidantes, debe escogerse un complejo que integre al menos a dos o tres de ellos, buscando que haya tanto hidrosolubles (solubles en agua) como liposolubles (que se disuelven en las grasas), para asegurar que puedan llegar a cualquier parte del organismo para cumplir su función.

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